miércoles, 15 de septiembre de 2010

Porque una vez me lo recordaste....

Y un día me preguntaste por qué lo había abandonado.
Hace tiempo que no logro abstraerme de la realidad y sumergirme en el mundo de lo efímero. En el mundo de las palabras, donde se mezcla surrealismo con pensamientos rimbombantes que se niegan a ser olvidados. O ¿por que olvidarlos? Condenados a repetirlos si así fuese.

Amiga de largas noches en vela, de música tenue y eternas rondas de mate. Mates, en lugar de música aturdiendonos, sólo hay un leve canto de algún tema de Charly sonando a las 5 de la mañana de un sábado cualquiera. Cualquiera diría que estamos locos.Locos aquellos que no disfrutan de la sinceridad de un momento de conexión. Conexión de armonía y amor. Amor que provoca sonrisa.Sonrisa pa' pasar las lágrimas. Lágrimas que inevitablemente surgen cuando de profundas charlas se trata. Trata de seguir sonriendo a pesar de todo. Todo siempre es Nada. Nada puede arruinar un canto feliz. Feliz de verte saltando al cruzar la calle entre bocinas y paraguas. Paraguas para detener esa lluvia de primavera. Primavera de festejos. Festejos entre abrazos, brindis, y más.Más de lo que estas simples palabras pueden expresar. Expresar sentimientos utilizando palabras no suele ser tan efectivo como demostrarlos. Demostrarlos tampoco es fácil, menos si no podemos enmarcarlos en sencillas letras que formen una palabra. Palabra amiga. Amiga; Andábamos Muchos Imaginando Grandes (h)Azañas. Hazañas es provocar sonrisas donde hay tristeza. Tristeza es extrañar sin poder saciar aquel extrañamiento maldito.Maldito es quedarse extrañando de brazos cruzados. Cruzados los caminos de aquellos seres hermosos que amargan la vida con tanta dulzura. Dulzura destila tu sonrisa. Sonrisa ya no para erradicar lágrimas, sino para iluminar y reflejar la sonrisa en aquel que te observa. Observa como los vaivenes de la vida arrebatan y traen por oleadas energía. Energía ...

Obviamente continúa en tus hojas...en aquellas que empleas para emancipar esos pensamientos que vienen por oleadas y se van cuando baja la marea y llega el sueño.... ¡nos vemos amiga!

martes, 25 de mayo de 2010

La Danza que se baila con ella

Y el tiempo siguió corriendo, desde aquella vez que oyeron la lluvia juntos.
Recuerda aquella tarde, recuerda cuanto temblaba, Igual que un triste niño sólo en un día tormentoso, donde los truenos golpean las ventanas empañadas dejando entrever manitos pequeñas entre relámpago y relámpago que desnudan la palidez de su rostro acompañado por su lúgubre sombra que no tiene ya nada ni nadie a quien aferrarse para compartir su miedo. Desesperado hurga en la nebulosa de su cabeza buscando frenéticamente un pensamiento feliz al cual sujetarse y no soltarse. Es demasiado intenso el silencio de quienes están soñando, tan intenso como el silencio de la soledad. Gritos ahogados de dolor, sin oídos que escuchen los suplicios de esa pequeña pobre alma divagante que suspira torrentes de desilusión. Los días pasaban y cada día el sufrimiento se hacia mas normal, se estaba volviendo confortablemente insensible, pero no se daba cuenta y por eso buscaba. Buscaba felicidad, quien saciara su sed de amor, y encontró sus caricias, acompañadas de esa voz que lo hacia llorar. Sus brazos traían calma, paz, equilibrio o tal vez sean esos mismos brazos quienes desestabilizaban su vida y por eso no puede dejarla ir, este amor rompe con su monotonía del confort.
-¿Ya no observas las niñas corriendo por el verde prado?, oye tú sigiloso espectador del milagro de la vida, ¿estas deseando acabar con ella? ¿O saciaras tus deseos de lujuria conmigo?
-…
Sin palomas al alcance de su vista, intenta ver más allá de esos monstruos de cemento que al igual que los árboles luchan por ver quien llega más alto olvidándose de quienes permanecen siempre en el mismo lugar. Encerrado, solo, vacío, intentando ver donde no le llega la vista. Tratando de encontrar alguna otra mirada vaga que se pose junto a la suya a observar…
Observando solo se cruza con unas cuantas flores marchitas pudriéndose bajo el mismo sol que un día las vio crecer, yaciendo frente a la mirada de un padre indiferente.
Él recita algo…apenas se oye…ha salido nuevamente el sol, sin piedad quema las hojas aun mojadas de unas cuantas rosas.
-“Las lagrimas recorren las rosadas mejillas de los ángeles que perecieron frente a la impotencia de no poder apaciguar el odio de las personas y decidieron morir.
Morir en vano, desahuciados por no poder salvar las almas de los pecadores.
Se entregan al poder divino, humillados y atónitos por encontrar tanto mal en la gente, poca fe y nada de amor por el prójimo"
El silencio invade nuevamente el cuarto, los truenos cesaron, el sol salio, los dos siguen ahí…hablando en un idioma que solo ellos entienden, idioma familiar.
Observa al padre, sentado un poco pálido con un vaso en la mano jugando con dos hielos que flotan sobre medio vaso de whisky, el cigarrillo a medio fumar consumiéndose sobre el cenicero. Sus ojos desencajados fijos en el ventilador que gira de una forma burlesca a tal forma que da calor de solo verlo.
El niño, sentado en el piso mirando al padre, solo pensando en querer pasear como una sombra, alabanzas a la creación, esfumarse como la estrella fugaz ante la desprevenida mirada en un parpadeo. Deseos, la oportunidad es tan rápida que cuando se percato, ella ya se fue en un viaje de ida sin retorno. Decide relajarse,” Oh! Glorioso placer, brillas por tu ausencia o eres tu el causante de tan inmenso sentimiento de felicidad que no me deja ver mi triste realidad surcada de sueños olvidados, pequeños sueños, y deseos fugaces, truncados…”
¡Gritos! La luz se apagó, el vaso se rompió, la música se cortó, los golpes lo marearon, los vidrios entre whisky y hielo cortaron sus pies, la sangre se hizo presente en esa habitación donde comenzaba a caer la noche.
“Vete de aquí niño de ojos puros, ¡huye!, no te contagies la peste de este lugar, no hay espacio para un alma libre de culpa aquí. A pesar de mis malvados planes inmorales veo en ti la bondad, la experiencia y la felicidad de ser.
¡Huye! Mientras aun puedas dormir sin que te carcoma la codicia, la avaricia. Tu niño de ojos puros, corre, huye mientras no conozcas de culpas, ni de vacío interior. Escapa mientras puedas mirar a las personas a los ojos sin pensarlos como simples números o buenas mulas para que te carguen a la cima, niño de ojos puros, hubiese deseado ser como tu”. Vuelve la luz, se oye mother de Pink Floyd y ambos lloran. El niño por imitación, miedo, nervios, él no sabremos por que lo hace. Quizá por la jeringa que invade su brazo izquierdo, mil parpadeos en un minuto y luego la calma… habla solo…
“Miren al niño
temerosa mirada cargan sus ojos
miren al niño
sumergido en su mar de llanto
miren al niño
Sintiendo como el dolor se apodera de sus ideas
miren al niño
desesperado por ser, ser para los demás
miren al niño
cansado de ser
miren al niño
Dispuesto a caer
miren al niño
volando hacia su soñada realidad
miren al niño
que pudo crecer a través de sus sueños
miren al niño
que ya es un recuerdo”

La tristeza una vez más invade sus ojos, brillosos se pierden en las rutinarias luces de un frío semáforo que obliga a detenerse o seguir a quienes andan allí afuera, pequeños se ven desde el piso 12. Transeúntes pasan frente a su vaga mirada que sigue buscando otros ojos en los cuales posarse. La intriga, ¿la culpa?, la irracionalidad invaden su ser, no tiene respuestas, nadie las tiene para él. Una solitaria lágrima decide escapar de uno de sus ojos, al deslizarse siente como las tiernas caricias que nunca recibió llegan hasta la comisura de su boca. “La ilusión sostiene el alma como las alas a los pájaros, ésta es lo último que resignaré”.
Un golpe seco. Su padre se desmorono sobre la mesa, drogado. Su oportunidad de huir. Es como aquel transeúnte que el semáforo le decía que hacer, si detenerse o seguir. ¿Quien me lo dirá?
-Por las noches sufro, me siento en una cárcel sin rejas. Las sombras me corren, en realidad solo la mía y los pequeños ruidos se amplifican. Necesito salir de aquí, hablo solo creyendo que alguien me escuchara, giro de repente con la esperanza de ver a alguien más, pero solo encuentro doloroso vacío.
-¡aquí estabas! Toma…te va a hacer bien.
Los colores de pronto revoloteaban en sus vírgenes pupilas mareándolo y enloqueciéndolo, destruyendo su mundo irreal. La altura, la inmensidad, la altura del cielo, la belleza de las rosas transmitida en olores es digna de admiración. La violencia duele mucho más cuando adonde mire la ve, esparcida por todos los rincones. Él solo busca recostarse en una nube y esperar que pase la locura que los rodea. Mirar hacia abajo le da escalofríos. Ninguno quiere dar el primer golpe, pero ambos están ansiosos por devolverlo y así saciar su hambre de sangre, no importa de cual sea, mientras fluya.
Se despierta el padre, el niño lo contempla con ojos saltones…
- ¿Recuerdas a tu madre?
-Recuerdo que ella decía que debía amarme. Recuerdo que aun ni siquiera daba pasos firmes, hacia poco que había dejado de gatear, no comprendía de órdenes ni comportamientos, solo respondía a impulsos, alegría y amor. No razonaba, dominaba menos de 100 palabras y entendía el significado de unas pocas. (Mamá, papá, amor y temor). Recuerdo que sentía que mi madre tenía que ser mi refugio, no de quien refugiarme, regálame alguno de los besos que yo te brindo, no dejes mi rostro colorado con la silueta de tus dedos. Déjame llorar, no cortes mi expresión, ¿como es posible que huya de ti?
Golpean la puerta. Hace semanas que no viene nadie.
El niño abre, ya que su padre no atina a hacer nada, aun contempla sus pies cortados, su brazo colgando sin fuerzas, la música sigue sonando, y una autoridad que entra asombrado por el estado de ambos.
Deciden llevárselos a ambos, a uno a un centro de rehabilitación y a otro al hospital.
El niño con vestigios de droga en su sangre, continúa transitando su infancia como si fuera ayer. No puede distinguir de la realidad o no quiere hacerlo.
Paso el tiempo, un par de meses y el niño seguía en un estado de confusa inconsciencia. Comenzaron a medicarlo por pedido del padre, quien recibía una pensión hasta que su hijo fuera mayor.
-no huiste cuando te lo dije niño de ojos puros, yo no puedo ver más allá del dinero.
Y así comenzó a pasar su vida.
Esperando, sentado, observando como se desplaza la gente a su alrededor; todos van en cámara lenta, es como si todo lo que lo rodeara se detuviera y luego se moviera ralentizando el tiempo de forma tal que sus suspiros parecían ahogarlo.
“De nuevo pastillas, esas miserables que no me dejan escapar a la realidad. Mi cuerpo es la cárcel de mi mente que pide a gritos libertad. Solo ansío transformarme nuevamente en un ser “normal” para dejar de ver todo desde el ángulo más retorcido de la visión humana. Me castigan, estuve a punto de despertar, me vuelven a dormir con los ojos abiertos y la mente bien despierta. Duermen mi cuerpo, mi mente lucida quiere gritar, pero cortaron mi lengua y me la hicieron tragar junto con alguna rara pastilla. Me entrego a ustedes, ya nada puedo hacer, solo esperar piedad, de quienes se transformaron en…mis dueños.”
“La ira ofusca la mente pero hace transparente al corazón”…
-quiero irme mentalmente, desalojar este cuerpo y probar otros…

viernes, 20 de noviembre de 2009

Caparrós sobre periodismo gráfico, cronicas, etc.

“Suelo decir que a mí me sorprende que los editores de los medios gráficos argentinos trabajan para una especie que ellos han inventado que es muy paradojal y contradictoria, que es un lector que no lee. Ellos creen que los lectores no leen. Entonces, si un lector no lee, ¿qué carajo es? Porque un lector se define por ser alguien que lee. Un lector que no lee es como… qué se yo… una heladera que calienta. Pero ellos trabajan para ese género curiosísimo, bizarro. Entonces pelean contra los medios electrónicos con las armas de los medios electrónicos. Hacen medios gráficos como si fueran televisión o Internet o lo que fuese. Es un error, por supuesto. Y la gente deja de leer. No hay una revista en este momento en la Argentina que se lea. Los diarios bajan su circulación y los medios gráficos están en una crisis como yo no conozco, no había visto nunca. El periodismo gráfico está mal, muy mal. Mundialmente también, pero no tanto. Hay revistas como Gatopardo como Soho como Etiqueta Negra… que les va bien, porque hay gente para eso. Quizás no sean 500 mil personas, pero hay muchas cosas que no son para 500 mil personas…
A mi me parece muy raro, porque en general en América Latina todavía existe esa creencia de que el periodismo argentino es muy bueno. Suelen pensar que es el mejor. Y después se sorprenden cuando vienen acá y no ven un medio donde supuestamente está ese gran periodismo argentino. Seguimos viviendo glorias pasadas.
Muchos de los buenos periodistas creo que están resignados a no tener espacios para trabajar. La crónica no es solo un lujo narrativo, también es una posición política… quiero decir, frente a esta decisión de los grandes medios de actualidad de postular que importa lo que le sucede a la gente que tiene poder, la crónica habla de otro tipo de gente. Para las personas comunes, la única posibilidad de salir en los diarios es un choque de trenes, un crimen pasional o algún que otro accidente. Sin sangre es muy difícil que una persona común salga en los diarios. Los que salen en los diarios son los que tienen poder. Políticos, económicos o del espectáculo: actrices, futbolistas, modelos, etc. Y eso postula una idea muy fuerte del mundo: que lo que importa es lo que le pasa a la gente que tiene poder. Eso es lo que te está diciendo el diario todo el tiempo. Marca agenda y marca una forma de ver el mundo. En cambio la crónica habla de otra gente. Y en ese sentido me parece muy política”.

“Por momentos tengo la sensación de que ya escribí suficientes crónicas. Y en algún momento pensé que esta de El Interior iba a ser como mi última crónica. Que ya está bien, que ya hice lo que tenía que hacer en ese campo. Y que cuando terminara esto iba a terminar con este género. No estoy tan seguro de que lo haga, porque me da un poco de pena, porque después siempre aparece algo que me dan ganas de contar. Sería tonto cerrar una puerta, ¿para qué? Pero un poco tengo esa sensación, como que si sigo haciendo esto voy a empezar a repetirme más de lo que me gustaría”.

Internet
“Es muy interesante navegar sin rumos y azarosamente y terminar leyendo leer cosas que nunca te propusiste leer. Eso me da mucho gusto. Navegar implica como una decisión, con un timón y partida, destino y esa serie de cosas. Pero acá creo que es entrar en una serie de corrientes arremolinadas. Uno se mete en una página y te remite a otro y las conexiones impensadas… no? Eso tiene un problema que es que te crea como una ansiedad por ir yendo un poco más allá que a veces te dificulta quedarte el tiempo necesario para leer cada uno de esos materiales”.

“Me parece que hay muchas cosas para contar y no me decido a dejar de contar algunas de ellas. Por supuesto que hay muchas que no cuento, pero aún así, todas las cosas que están en esos libros me parece que son las indispensables. Tal vez debería tener más capacidad crítica y dejar afuera cosas. Pero cuando empiezo a pensar en el libro, pienso: “bueno, esta vez sí voy a hacer un libro cortito”. Y después termino haciendo estos mamotretos…

“La editorial se lo banca porque como La Voluntad era muy largo y la Editorial Planeta lo rechazó porque era largo y salió publicado en Norma y después se arrepintieron y ahora están como curados de espanto. Además me parece que, como lector, estoy a favor de los libros largos. Es decir, si es un libro bueno, no quiero que se termine nunca. Si es malo y largo es como si fuera largo y corto. Lo dejás y listo. Cuál es la ventaja de que sea corto más allá del problema industrial?
-Bueno, para ellos es una ventaja que sea corto por el problema industrial de impresión…
-Bueno, pero no es mi problema. Ni como escritor, porque quiero decir una cantidad de cosas. Y como lector, porque, justamente, cuando estás interesado, enganchado en un libro, quiero que dure para siempre.

sábado, 7 de noviembre de 2009

El bondadoso ajusticiador

El próximo lunes 9 se cumplirán cien años de un suceso que conmocionó a Buenos Aires. Un joven ruso, de 18 años, había hecho volar por el aire con una bomba nada menos que al todopoderoso jefe de policía de Buenos Aires, coronel Ramón L. Falcón. El ejecutor era un anarquista llamado Simón Radowitzky y con su acción quiso vengar a sus compañeros asesinados el 1º de mayo de ese 1909, en la represión encabezada por el militar contra la manifestación de los obreros que recordaban las figuras de los cinco anarquistas condenados a muerte por la Justicia de Estados Unidos, por su lucha a favor de las ocho horas de trabajo. Un muchacho recién salido de la adolescencia, nacido en Rusia, y “además judío”, como señalaban las crónicas de nuestros diarios, se atrevía contra quien aparecía como el hombre de más poder en todo el país.

El coronel Falcón había sido el mejor oficial del general Roca en el exterminio de los pueblos originarios en la denominada Campaña del Desierto. Además, había llegado a la fama en aquella Argentina conservadora como el represor de las huelgas de conventillos, llevadas a cabo por las mujeres inmigrantes que se negaban a pagar los aumentos constantes del alquiler por parte de los propietarios. El coronel Falcón demostró su hombría de bien y su título de coronel entrando a palo limpio en esos palomares de la miseria y del hacinamiento que eran los miserables domicilios de 140 habitantes por conventillo, que poseían un solo excusado como se llamaba a los retretes de aquel tiempo. Ya como Roca lo había llevado a cabo el 1º de mayo de 1904, Falcón imitó a su jefe ese Día del Trabajador y atacó a los setenta mil obreros que llenaban la Plaza Lorea. Las crónicas dirán luego que quedaron “36 charcos de sangre”. Fue un ataque feroz de total cobardía porque, sin aviso previo, el militar ordenó a la fusilería de la policía abrir fuego contra las columnas obreras. Pero los anarquistas no eran hombres de arrugar y guardar silencio. Desde ese momento dijeron que el tirano iba a pagar con su vida tamaña cobardía. Y fue así como ese joven ruso, Simón, se ofreció a no dejar impune el crimen del poder. Le arrojó la bomba a la salida de un acto en el cementerio de la Recoleta y tanto el coronel como su secretario fallecieron por efectos del explosivo. Cómo lloraron los diarios al dar la noticia, en especial La Nación. Había sido muerto uno de los pilares del sistema.

La historia continuará con el destino de Simón. Lo apresarán. Le iniciarán juicio y lo condenarán a muerte, aunque él siempre sostuvo que era menor de edad. Para esos menores de edad y para las mujeres no había pena de muerte. Lo demostrará con una partida de nacimiento llegada de Rusia y será condenado a prisión perpetua. Como no tuvo éxito una huida preparada por sus compañeros anarquistas fue trasladado a Ushuaia, la Siberia argentina, donde todo preso iba indefectiblemente a morir. Más todavía, que cuando llegaba el aniversario de su atentado contra Falcón, se lo condenaba a estar una semana en un calabozo al aire libre, sin calefacción. Pero el “ruso” Simón se fue convirtiendo en el alma del presidio. El siempre daba un paso al frente en la protesta cuando a algún otro preso se lo castigaba o se cometían injusticias en el trato general. Fue durante toda su estada el verdadero “delegado” defensor de esos presos comunes. Y políticos. Por eso mismo se lo sometía a un tratamiento de terror. Pero el “ángel de Ushuaia”, como se lo llamaba, no daba su brazo a torcer sin temor a las represalias de los guardiacárceles. Los que lean La casa de los muertos o El sepulcro de los vivos, del gran escritor Fedor Dostoievsky, que describe las cárceles de Siberia, y sufren con los padecimientos de los condenados, no sospechan que en territorio argentino existió un lugar exactamente igual construido por Roca, de donde son muy pocos los que salieron con vida o retornaron a la sociedad con sus facultades mentales normales.

Los anarquistas de todo el país siempre lo recordaron a Simón y lucharon en grandes jornadas de manifestaciones por su libertad. E intentaron un operativo como sólo los anarquistas sabían prepararlos. Lograron liberarlo y embarcarlo en un pequeño velero rumbo a Chile pero, cerca de Punta Arenas, guardias chilenos lo sorprenden y lo entregan nuevamente a las autoridades argentinas. La venganza será tremenda: Simón será encerrado durante más de dos años en una celda, aislado, sin ver la luz del sol y sólo a media ración. Pero en los círculos obreros y políticos, Simón gana cada vez más popularidad. Las calles de Buenos Aires y de otras ciudades tendrán pintadas con “Libertad a Simón” y su retrato aparece en las ediciones de todas las publicaciones libertarias.

Mientras tanto, le envían dinero que se recauda en las fábricas. Pero Simón no lo aprovecha para su persona sino que lo reparte entre los enfermos del penal y la compra de libros para la escasa biblioteca de la cárcel. Los pedidos de indulto para el preso le llueven al presidente Yrigoyen, quien finalmente se lo otorgará en el 13 de abril de 1930. Simón había padecido veintiún años de prisión. Pero la reacción de los militares y de la prensa es muy grande contra la decisión del primer mandatario. De manera que el preso es traído por un barco de la marina de guerra hasta el Río de la Plata. Allí es obligado a trasladarse al buque de la carrera que une a Buenos Aires con Montevideo y de esa manera es expulsado del país hacia Uruguay.

Allí, en la otra orilla, es recibido por manifestaciones obreras que le dan lugar en sus sedes y lo saludan como al mejor compañero. Al quedar libre, Simón recuerda a sus compañeros presos en Ushuaia y dirá: “La separación de mis compañeros de infortunio fue muy dolorosa”. Comenzará a trabajar días después como mecánico y más tarde se prestará a ser mensajero entre los anarquistas del Uruguay y de Brasil. Hasta que se acaba la democracia en la Banda Oriental y comienza la dictadura de Terra, quien ordena su detención. El anarquista es confinado en la isla de Flores. Allí las condiciones son pésimas. Debe dormir en un sótano. Permanecerá más de tres años en esas condiciones hasta que sus compañeros de ideas logran su libertad. Pero al llegar a Montevideo es apresado nuevamente y llevado a la cárcel. Hasta que, liberado de nuevo, decide marchar a España donde ha estallado la guerra civil con el levantamiento de los militares de Franco contra la República. Allá Simón formará parte de los grupos que lucharán contra los militares alzados. Pero no usará armas, oficiará de transportador de alimentos para las tropas del frente, principalmente para los soldados que están en trincheras. Hasta que llega la derrota del pueblo y Simón será uno de los tantos que marchará a Francia a refugiarse y de allí podrá embarcarse hacia México.

En México pedirá trabajar en una fábrica de juguetes para niños. Así transcurrirán los últimos dieciséis años de su vida entre el trabajo y las charlas y conferencias que daba a sus compañeros de ideas. Siempre sostuvo, hasta el fin, que la gran revolución humana sólo la podía hacer el socialismo libertario, hasta lograr la paz eterna y la igualdad entre los pueblos.

En la Argentina, los dueños del poder siempre trataron de ignorar esta figura que parecía salida de una novela de Dostoievsky. El que había alzado la mano para eliminar a un tirano y que en su vida posterior se comportó como un ser de bondad extrema y de espíritu de solidaridad con los que sufren. En la década del sesenta publiqué un estudio sobre este ser humano que titulé: “Simón Radowitzky, ¿mártir o asesino?”, en la revista Todo es Historia, que dirigía Félix Luna, fallecido hace unas horas. Siempre le agradeceré a Falucho Luna ese gesto, de permitirme publicar en sus páginas investigaciones sobre los héroes libertarios que actuaron en nuestro país en las primeras décadas del siglo pasado.

Por Osvaldo Bayer

viernes, 16 de octubre de 2009

Fuimos Maradona

Es duro haber sido maradona. A todos nos sucede: lo hemos sido. Durante muchos años, la escena se repitió en los lugares más variados, con interlocutores tan distintos, con los acentos más diversos:

–Where are you from?

Me preguntaron tantas veces y, cuando les contestaba que argentino, se quedaban mirándome. En Asia y África y Oceanía –por ejemplo– la Argentina existe muy poquito y mi respuesta provocaba, la mitad de las veces, una sola respuesta: ajá. O sea: la lógica ignorancia. Para la otra mitad –para los que sabían– el remate se repetía invariable:

–Ah, argentino… ¡Maradona!

Era impresionante: no se me ocurre ningún otro caso de país tan uniformemente sintetizado, definido por la figura de un señor. El vocabulario global pronuncia muy pocas palabras argentinas: tango ya tiene casi un siglo y después, además de maradona, la única voz que le dimos al mundo es el neologismo desaparecido. El jugador Maradona apareció en el momento justo en que la televisión empezaba a llevar el fútbol a los confines más lejanos: miles de millones de chinos, rusos, indios, africanos que nunca oyeron hablar del gaucho, de Evita, de Gardel, y que no relacionan a Guevara con el país donde nació, han visto a Maradona cacheteando pelotas –y es lo que saben de nosotros. “Alguna vez terminaremos de aceptar”, escribí hace unos años, “que para dos o tres mil millones de personas la Argentina y los argentinos –todos los argentinos, las vacas, las montañas, los presidentes, los violadores fugitivos, el novio de tu hermana, aquel triciclo, los inmigrantes bajando de los barcos, el cielo de humahuaca, el peronismo, la esquina de carabobo y cucha cucha, la marcha de san lorenzo, tu futuro, los ovejeros belgas y hojitas y sánguches de miga, las pastillas refresco, tlön uqbar orbis tertius, este papel manchado– no somos nada más o nada menos que la confusa nube de pedos que aureola la pierna izquierda del Gran Diez. El mundo está lleno de personas que nunca oyeron hablar de la Argentina pero sí de Maradona; el mundo está lleno de otras personas que sólo oyeron hablar de la Argentina porque oyeron hablar de Maradona. En el mundo –para todos los que no son vecinos o europeos con parientes o tercermundistas más o menos cultos–, la Argentina somos él. Digo: para miles de millones de personas somos él. Es un destino. Supongo que podría ser mejor. Y podría ser, también, mucho peor. Era un modelo complicado: peleador, simpático, quejoso, drogón, desaforado, ingenioso, creído, ilimitado, machista, popular, oportunista, cálido, cursi, inteligente. Fue difícil adaptarse a la idea de que los argentinos éramos eso, pero hicimos todo lo que pudimos”, decía, y entonces era cierto. Ahora menos: este año, por ejemplo, en varios países africanos, la escena se terminó distinto:

–Ah, Argentina. Yes, sure, Messi, Messi.

Es todo un cambio de cultura. Y debe ser difícil. A mí, sin ir más lejos, me indignaba un poco: no, yo no soy Messi, Argentina no es Messi. Es duro ya no ser maradona; me imagino lo difícil que debe ser para un tal Diego Armando.

Es duro para todos: nos habíamos acostumbrado, y nos gustaba. Durante muchos años fuímos él porque éramos rehenes de su belleza. Lo que hacía Maradona en una cancha de fútbol era tan desmedido, tan inesperado, tan extraordinario que era normal que lo que hiciera afuera lo fuera también –y que lo aceptáramos o celebráramos como pequeñas partes de un gran todo. Fue un artista notable –alguien que hace distinto lo que muchos hacen parecido– y ya hace más de un siglo que nuestras sociedades aceptan que los artistas tienen ciertos privilegios o, por lo menos, que sus actos no deben ser medidos con la vara general: si crean hechos o gestos que exceden los límites de lo pensado, ¿por qué tendrían que mantener sus vidas dentro de esos límites? Maradona se acostumbró a ese criterio, y lo sigue empleando. El problema es que ya hace muchos años que Maradona dejó de ser un artista.

Ahora el señor Maradona es un trabajador mediocre al que le salen las cosas más o menos mal, una nota hecha de información errónea y temblores sintácticos, una foto movida subexpuesta, un bife que llega a la mesa hecho una suela. Digo: un señor que en un año no ha conseguido armar un equipo que juegue a algo –que por eso le pagan. Un señor que supo poner incómodos a todos los demás con sus gestos y actos y que, desde que tomó este trabajo, vaciló y falló como muy pocos. Un señor que consiguió que ya nadie le crea: que dice que está pensando renunciar y a los dos días pregunta de dónde sacaron que está pensando renunciar. O, mucho peor, un señor que consiguió que ya no le crean ni sus subordinados: que busca a un jugador, le dice que es el mejor de todos y que lo va a tener siempre en su equipo y a las dos semanas lo desdeña. O sea, un señor que no sabe lo que hace: que busca a alguien y días después se da cuenta de que se había equivocado. Un señor que lleva un año sin poder ir a su lugar más aficionado –la cancha de Boca– por miedo a que miles de personas lo puteen: hablemos de fracasos.

(Y encima el morbo: si yo fuera un autor de thrillers malos –películas de verano americano cerca de un lago con rubia tetona y morocha tetona y asesino cosido de costurones verdes– me divertiría como un perro armando una historia en que el viejo maestro en decadencia –digamos, un director de orquesta, que siempre queda un poco misterioso– se ve, por esas ironías del destino, obligado a ser el que ayude a su sucesor a terminar de hundirlo en el pasado: el que le ponga el último clavo a su cajón. Y contaría cómo, por una serie de razones, el viejo maestro no puede negarse a su función –que, en un punto, incluso lo atrae: dejar un heredero es, al mismo tiempo, saber que uno se ha terminado y que no todo se termina con uno– y trata de cumplirla pero algo más fuerte que él lo lleva a desviarse, a ponerle al heredero obstáculos cada vez más visibles, a proponerle instrumentos defectuosos, partituras que no le convienen hasta que, al fin, aquella noche de tormenta, termina empujándolo por el acantilado porque no puede con su naturaleza y no soporta la idea de volverse historia.)

Es duro ya no ser maradona. Nos pasa a todos: ya no somos porque él ya no es. Si es duro para todos, me imagino lo difícil que debe ser para un tal Diego. Pero él, el señor Diego Armando Maradona, a quien esto le pasa en grado sumo, tanto más que a cualquiera de nosotros, eligió pensar que a él no le pasa sino que que hay unos hijos de puta que dicen que le pasa: los periodistas, muy en particular, y millones de argentinos más en general. La culpa es del relato, dice. Cuando era un artista no necesitaba explicarnos que lo que hacía era lo que era, porque se veía; ahora trata de explicarnos que lo que hace no es lo que es, pero se ve. Lo vemos: vemos el espanto futbolístico de su equipo. No precisamos que nadie nos lo cuente ni lo pensamos porque nos lo cuenten; lo vemos, como lo veíamos –si no éramos tontos entonces, no lo somos ahora. Pero el señor Diego dice que es puro cuento y por eso mandó a los que lo cuentan y a los demás que lo critican –a todos nosotros– a chupársela o, incluso, mamársela. Yo creo, señor Diego, que si usted lo dice sabe por qué lo dice, y sólo quiero pedirle que se haga cargo de sus palabras. Nos pidió –nos ordenó– que se la chupáramos; aquí estamos, dispuestos a tomar sus órdenes como deseos o algo así. Sólo queda que usted fije día y hora, un lugar más o menos discreto –dentro de lo que cabe–, y varios millones nos pondremos en cola para ejercer, de uno en fondo, esa succión que usted comanda. Quizá nos lleve días o semanas: valdrá la pena complacerlo. Será nuestro último homenaje, por los buenos viejos tiempos. Después, si sobrevive usted a tanto respeto –ya no creo que podamos considerarlo amor–, olvídenos, vayase por favor adonde pueda y permítanos recordarlo como era cuando era maradona.

Digo: no siga destruyendo su memoria.

Por Martin Caparrós

jueves, 15 de octubre de 2009

BETAGARRI - BOOM EGIN ETA KRASH

Tic tac mi corazón, la cabeza hirviendo. Abriendo la puerta de la esperanza. Miles de pensamientos en un instante, marcharos todos de aquí, por favor. Voy a estallar, ya sé quien soy, siempre obedeciendo y cumpliendo órdenes. Ayer fui un proyecto de la sociedad y hoy estoy soñando el futuro.

El reloj me lleva, último viaje! oscuridad caliente, luz ciega! El reloj me lleva, último viaje! Clara oscuridad, todos ciegos! Hacer boom y crash! todo a la mierda! Hacer boom y crash! a tomar por el culo!

Cada vez menos para que llegue el momento, siempre preparad@ para ser protagonista. Cuando llegue el momento, todo se acabó, cierro los ojos para volverlos a abrir. Negro, rojo, azul, verde? Cuál será? La duda de cortar, el honor es tuyo. Si tienes la respuesta aquí tienes la oportunidad Cuál? cuál? cuál? cuál color?

martes, 13 de octubre de 2009

El día que don Nobel le tomó el pelo al mundo

Bases militares el todo el planeta. Ni una medida concreto para Irak y Afganistán. La IV flota amenaza las costas sudamericanas. La base de Guantánamo. Su aliado Álvaro Uribe (y más bases). El golpe en Honduras (más allá de las palabras). Y la lista puede ser interminable.

Obama puede resultar simpático. Tuvo y tiene a las usinas de la corporación mediática global a su favor. Quizá tenga alguna buena intención (muchas proclamaciones hasta ahora). Sin embargo, como presidente de Estados Unidos y pese al flamante Premio Nobel de la Paz es más de los mismo: el jefe de la maquinaria bélica más agresiva de la historia contemporánea, después del alemán de la cruz gamada.

Efectivamente, los del Premio le están tomando el pelo al mundo. Entre las primeras reacciones se escuchó la de la defensora del pueblo venezolano, Gabriela Ramírez, quién dijo “es una burla a los derechos humanos entregar el premio Nobel de la Paz al presidente estadounidense, por reconocerse al jefe del gobierno más belicista del planeta”.

“Solo pudiéramos entender esto si aceptamos la tesis de que hay dos Obama, uno el presidente norteamericano y otro, el idílico, que en su discurso promueve la paz”, afirmó.

Para la activista, resulta incomprensible el premio, por tratarse del principal país armamentista y contaminante del planeta.

“El Nobel por la Paz es para quienes luchan por ella, no para quienes expanden el poderío bélico con siete bases militares en Colombia, promueven el consumismo y contaminan el medio ambiente. ¿Cómo pueden darle un reconocimiento a todo eso?”, advirtió en un programa de Venezolana de Televisión.

De acuerdo con Ramírez, la inexistencia de logros concretos en su gestión es otra razón para rechazar la decisión informada desde Noruega.

“Obama encabeza un gobierno bastante joven, cuyos resultados no se ven en la práctica”, apuntó.

Ramírez estimó que en lugar de aceptar el premio, Obama debería cerrar las bases militares, ordenar el regreso de la IV Flota que surca aguas latinoamericanas y pedir perdón por los genocidios cometidos o permitidos por su país en el mundo.


APM- Agencia Periodistica del Mercosur