martes, 25 de mayo de 2010

La Danza que se baila con ella

Y el tiempo siguió corriendo, desde aquella vez que oyeron la lluvia juntos.
Recuerda aquella tarde, recuerda cuanto temblaba, Igual que un triste niño sólo en un día tormentoso, donde los truenos golpean las ventanas empañadas dejando entrever manitos pequeñas entre relámpago y relámpago que desnudan la palidez de su rostro acompañado por su lúgubre sombra que no tiene ya nada ni nadie a quien aferrarse para compartir su miedo. Desesperado hurga en la nebulosa de su cabeza buscando frenéticamente un pensamiento feliz al cual sujetarse y no soltarse. Es demasiado intenso el silencio de quienes están soñando, tan intenso como el silencio de la soledad. Gritos ahogados de dolor, sin oídos que escuchen los suplicios de esa pequeña pobre alma divagante que suspira torrentes de desilusión. Los días pasaban y cada día el sufrimiento se hacia mas normal, se estaba volviendo confortablemente insensible, pero no se daba cuenta y por eso buscaba. Buscaba felicidad, quien saciara su sed de amor, y encontró sus caricias, acompañadas de esa voz que lo hacia llorar. Sus brazos traían calma, paz, equilibrio o tal vez sean esos mismos brazos quienes desestabilizaban su vida y por eso no puede dejarla ir, este amor rompe con su monotonía del confort.
-¿Ya no observas las niñas corriendo por el verde prado?, oye tú sigiloso espectador del milagro de la vida, ¿estas deseando acabar con ella? ¿O saciaras tus deseos de lujuria conmigo?
-…
Sin palomas al alcance de su vista, intenta ver más allá de esos monstruos de cemento que al igual que los árboles luchan por ver quien llega más alto olvidándose de quienes permanecen siempre en el mismo lugar. Encerrado, solo, vacío, intentando ver donde no le llega la vista. Tratando de encontrar alguna otra mirada vaga que se pose junto a la suya a observar…
Observando solo se cruza con unas cuantas flores marchitas pudriéndose bajo el mismo sol que un día las vio crecer, yaciendo frente a la mirada de un padre indiferente.
Él recita algo…apenas se oye…ha salido nuevamente el sol, sin piedad quema las hojas aun mojadas de unas cuantas rosas.
-“Las lagrimas recorren las rosadas mejillas de los ángeles que perecieron frente a la impotencia de no poder apaciguar el odio de las personas y decidieron morir.
Morir en vano, desahuciados por no poder salvar las almas de los pecadores.
Se entregan al poder divino, humillados y atónitos por encontrar tanto mal en la gente, poca fe y nada de amor por el prójimo"
El silencio invade nuevamente el cuarto, los truenos cesaron, el sol salio, los dos siguen ahí…hablando en un idioma que solo ellos entienden, idioma familiar.
Observa al padre, sentado un poco pálido con un vaso en la mano jugando con dos hielos que flotan sobre medio vaso de whisky, el cigarrillo a medio fumar consumiéndose sobre el cenicero. Sus ojos desencajados fijos en el ventilador que gira de una forma burlesca a tal forma que da calor de solo verlo.
El niño, sentado en el piso mirando al padre, solo pensando en querer pasear como una sombra, alabanzas a la creación, esfumarse como la estrella fugaz ante la desprevenida mirada en un parpadeo. Deseos, la oportunidad es tan rápida que cuando se percato, ella ya se fue en un viaje de ida sin retorno. Decide relajarse,” Oh! Glorioso placer, brillas por tu ausencia o eres tu el causante de tan inmenso sentimiento de felicidad que no me deja ver mi triste realidad surcada de sueños olvidados, pequeños sueños, y deseos fugaces, truncados…”
¡Gritos! La luz se apagó, el vaso se rompió, la música se cortó, los golpes lo marearon, los vidrios entre whisky y hielo cortaron sus pies, la sangre se hizo presente en esa habitación donde comenzaba a caer la noche.
“Vete de aquí niño de ojos puros, ¡huye!, no te contagies la peste de este lugar, no hay espacio para un alma libre de culpa aquí. A pesar de mis malvados planes inmorales veo en ti la bondad, la experiencia y la felicidad de ser.
¡Huye! Mientras aun puedas dormir sin que te carcoma la codicia, la avaricia. Tu niño de ojos puros, corre, huye mientras no conozcas de culpas, ni de vacío interior. Escapa mientras puedas mirar a las personas a los ojos sin pensarlos como simples números o buenas mulas para que te carguen a la cima, niño de ojos puros, hubiese deseado ser como tu”. Vuelve la luz, se oye mother de Pink Floyd y ambos lloran. El niño por imitación, miedo, nervios, él no sabremos por que lo hace. Quizá por la jeringa que invade su brazo izquierdo, mil parpadeos en un minuto y luego la calma… habla solo…
“Miren al niño
temerosa mirada cargan sus ojos
miren al niño
sumergido en su mar de llanto
miren al niño
Sintiendo como el dolor se apodera de sus ideas
miren al niño
desesperado por ser, ser para los demás
miren al niño
cansado de ser
miren al niño
Dispuesto a caer
miren al niño
volando hacia su soñada realidad
miren al niño
que pudo crecer a través de sus sueños
miren al niño
que ya es un recuerdo”

La tristeza una vez más invade sus ojos, brillosos se pierden en las rutinarias luces de un frío semáforo que obliga a detenerse o seguir a quienes andan allí afuera, pequeños se ven desde el piso 12. Transeúntes pasan frente a su vaga mirada que sigue buscando otros ojos en los cuales posarse. La intriga, ¿la culpa?, la irracionalidad invaden su ser, no tiene respuestas, nadie las tiene para él. Una solitaria lágrima decide escapar de uno de sus ojos, al deslizarse siente como las tiernas caricias que nunca recibió llegan hasta la comisura de su boca. “La ilusión sostiene el alma como las alas a los pájaros, ésta es lo último que resignaré”.
Un golpe seco. Su padre se desmorono sobre la mesa, drogado. Su oportunidad de huir. Es como aquel transeúnte que el semáforo le decía que hacer, si detenerse o seguir. ¿Quien me lo dirá?
-Por las noches sufro, me siento en una cárcel sin rejas. Las sombras me corren, en realidad solo la mía y los pequeños ruidos se amplifican. Necesito salir de aquí, hablo solo creyendo que alguien me escuchara, giro de repente con la esperanza de ver a alguien más, pero solo encuentro doloroso vacío.
-¡aquí estabas! Toma…te va a hacer bien.
Los colores de pronto revoloteaban en sus vírgenes pupilas mareándolo y enloqueciéndolo, destruyendo su mundo irreal. La altura, la inmensidad, la altura del cielo, la belleza de las rosas transmitida en olores es digna de admiración. La violencia duele mucho más cuando adonde mire la ve, esparcida por todos los rincones. Él solo busca recostarse en una nube y esperar que pase la locura que los rodea. Mirar hacia abajo le da escalofríos. Ninguno quiere dar el primer golpe, pero ambos están ansiosos por devolverlo y así saciar su hambre de sangre, no importa de cual sea, mientras fluya.
Se despierta el padre, el niño lo contempla con ojos saltones…
- ¿Recuerdas a tu madre?
-Recuerdo que ella decía que debía amarme. Recuerdo que aun ni siquiera daba pasos firmes, hacia poco que había dejado de gatear, no comprendía de órdenes ni comportamientos, solo respondía a impulsos, alegría y amor. No razonaba, dominaba menos de 100 palabras y entendía el significado de unas pocas. (Mamá, papá, amor y temor). Recuerdo que sentía que mi madre tenía que ser mi refugio, no de quien refugiarme, regálame alguno de los besos que yo te brindo, no dejes mi rostro colorado con la silueta de tus dedos. Déjame llorar, no cortes mi expresión, ¿como es posible que huya de ti?
Golpean la puerta. Hace semanas que no viene nadie.
El niño abre, ya que su padre no atina a hacer nada, aun contempla sus pies cortados, su brazo colgando sin fuerzas, la música sigue sonando, y una autoridad que entra asombrado por el estado de ambos.
Deciden llevárselos a ambos, a uno a un centro de rehabilitación y a otro al hospital.
El niño con vestigios de droga en su sangre, continúa transitando su infancia como si fuera ayer. No puede distinguir de la realidad o no quiere hacerlo.
Paso el tiempo, un par de meses y el niño seguía en un estado de confusa inconsciencia. Comenzaron a medicarlo por pedido del padre, quien recibía una pensión hasta que su hijo fuera mayor.
-no huiste cuando te lo dije niño de ojos puros, yo no puedo ver más allá del dinero.
Y así comenzó a pasar su vida.
Esperando, sentado, observando como se desplaza la gente a su alrededor; todos van en cámara lenta, es como si todo lo que lo rodeara se detuviera y luego se moviera ralentizando el tiempo de forma tal que sus suspiros parecían ahogarlo.
“De nuevo pastillas, esas miserables que no me dejan escapar a la realidad. Mi cuerpo es la cárcel de mi mente que pide a gritos libertad. Solo ansío transformarme nuevamente en un ser “normal” para dejar de ver todo desde el ángulo más retorcido de la visión humana. Me castigan, estuve a punto de despertar, me vuelven a dormir con los ojos abiertos y la mente bien despierta. Duermen mi cuerpo, mi mente lucida quiere gritar, pero cortaron mi lengua y me la hicieron tragar junto con alguna rara pastilla. Me entrego a ustedes, ya nada puedo hacer, solo esperar piedad, de quienes se transformaron en…mis dueños.”
“La ira ofusca la mente pero hace transparente al corazón”…
-quiero irme mentalmente, desalojar este cuerpo y probar otros…